Héroes sin capa: Las historias de vida detrás de la primera línea serenense
Conozca cómo viven la pandemia un auxiliar y una técnico en enfermería que deben convivir diariamente con el COVID-19.
Juan García comenzó a trabajar en el mundo de la salud el año 2007 y hoy, tiene la importantísima misión de limpiar y desinfectar las áreas clínicas del Servicio de Medicina del Hospital de La Serena. Una desafiante tarea en medio de esta crisis sanitaria y que desempeña con gran cariño, esfuerzo y dedicación.
Entre sus arduas labores, expresó que “como auxiliar, se puede tener experiencia en aseo pero trabajar en centros de salud es totalmente diferente. Uno trabaja con las personas y sus familias, es una labor muy linda, muchas veces la gente nos agradece”.
Por otra parte, confesó que realizar su trabajo durante esta emergencia ha sido una experiencia bastante dura y “estresante porque mi esposa se dializa y tiene un problema al corazón, entonces uno siente temor, como todos mis compañeros. Algunos tienen hijos pequeños, otros a papás que son adultos mayores y a uno claro, le da miedo poder contagiarse, pero el conocimiento y experiencia que uno adquiere le ayuda a enfrentarlo. Si estamos aquí, es porque nos gusta este trabajo y la verdad es que en esta pandemia he aprendido mucho”.
Este hombre de esfuerzo comentó también lo difícil que resulta para los trabajadores de la salud compatibilizar su trabajo con su vida personal por estos días y que frente a ello, la clave es protegerse y seguir todas las medidas de prevención. “Mi vida sufrió un cambio rotundo en 180 grados. Para cuidar a mi familia, todos los días termino mi trabajo en el hospital, me baño, me voy con mascarilla, tomo colectivo, llego a mi casa y ahora entro por el patio, me saco toda la ropa y los zapatos, los sanitizo, entro a la casa y me voy directo a la ducha”, relató.
Pero pese a lo complejo del panorama y lo difícil que se va tornando el camino para aquellos que trabajan en salud, la fortaleza de Juan sigue intacta y con una admirable grandeza de espíritu, alienta diariamente a sus compañeros de trabajo cuando se los encuentra en los pasillos del hospital, animándolos a seguir adelante en esta lucha contra el Coronavirus.
Carolina Santos también libra su propia batalla personal y profesional en el Hospital de La Serena. Esta luchadora mujer se marchó de su casa en el norte el país a los 18 años, para poder estudiar Técnico en Enfermería de Nivel Superior (TENS) y abrirse un espacio en la salud pública.
En agosto del año 2012, comenzó a trabajar en el establecimiento serenense y con el paso de los años, se especializó en el tratamiento de pacientes críticos. Hoy, enfrenta la crisis sanitaria realizando labores en la Unidad de Paciente Crítico (UPC) del recinto asistencial. Allí, administra medicamentos, controla signos vitales, asiste a médicos, realiza aseos especializados, cambia de posición a los pacientes hospitalizados, entre muchas otras tareas.
“He enfrentado muchas dificultades que me han hecho ser más fuerte, pero esta pandemia es distinta, ni la persona más fuerte se siente segura. Esto afecta a hombres y mujeres por igual, tanto física como psicológicamente, a todo el personal. Como mujer igual es complicado, no tengo hijos, pero mis sobrinos y padres son todo para mí y el no poder viajar a verlos, me da pena. Este es un proceso muy agotador”, sostuvo.
Y es que en esta emergencia sanitaria el aumento de los contagios no sólo tiene importantes repercusiones en la población sino que también impacta directamente en quienes trabajan arduamente en recuperar la salud de la comunidad y salvar vidas. Héroes y heroínas de carne y hueso que se sacrifican diariamente por el bien de otros, trabajando bajo presión y con una gran responsabilidad sobre sus hombros.
“Día a día vivimos un exceso de trabajo y todas las manos especializadas sirven. Igual es difícil porque la vida de las personas depende de nuestras decisiones, sus vidas están en nuestras manos. Yo día a día trato a los pacientes como si fueran mi familiar y espero nunca tener que recibir realmente a alguien de mi familia en esta situación. Para mí ha sido un gran desafío, donde doy lo mejor de mí y apoyo a mi equipo de trabajo”, indicó Carola.
Por su parte, Juan señaló que “uno siempre va con el temor de haberse podido contagiar, pero si uno se resguarda, no debería pasar nada. Sin embargo, compatibilizar la vida familiar con el trabajo es estresante igual en esta situación. A lo largo de los años, uno ve muchos pacientes y familiares sufrir y hoy, también nos está tocando a nosotros y hemos debido romper nuestra rutina totalmente”.
Frente a esta realidad, el trabajo en equipo es fundamental y Carola confesó que cada tarea la hacen como tal, “incluso nos vestimos en equipo, el compañero te supervisa y te va ayudando, porque cuando uno entra a la sala COVID debes estar totalmente protegido. Igual como persona da miedo, pero todos trabajamos codo a codo”.
A ello, Juan agregó que los auxiliares de servicio se sienten “muy orgullosos de poder contribuir a nuestro hospital, todos somos un equipo, junto a los médicos, las enfermeras, los técnicos, los kinesiólogos, los fonoaudiólogos y todos los trabajadores. Yo me siento muy agradecido de este trabajo, por él pude tener mi casa, casarme y estudiar, lo que sin duda contribuye a la sociedad, al ser personas que mejoran la calidad de vida de los demás”.
Este es el lado más humano y profundo de los héroes sin capa que trabajan intensamente en primera línea para enfrentar la pandemia, con gran valentía, pasión, entrega, vocación, profesionalismo y compromiso. Historias de vida que nos evidencian la importancia de no olvidar nunca que el mejor reconocimiento que les podemos dar, es cuidar de nuestra salud y la de nuestras familias.